-No puedes hacer eso. Estás equivocado. Te
sientas ahí, estás castigado.
-Está bien.
-Tienes que entender que no hay problema
con que se te ensucie la ropa si estás jugando, pero no puedes quitártela para
ensuciarla. Y mira cómo has dejado el piso, todo asqueroso.
Pasé el mapo y enjuagué la camisa. Él, descamisado,
observó todo callado. "Lo voy a dejar castigado por lo menos diez minutos;
que el castigo sea proporcional con la falta."
-Papá, estoy aburrido.
-Toma, aquí hay unos libros. Es lo único
que puedes hacer mientras estás castigado.
"A ver si por lo menos se interesa
por la lectura aunque sea como remedio al aburrimiento." Pasó las páginas
rápido, desganado. Los puso al lado. El último lo tiró contra el piso, molesto,
como probándome.
-No puedes tirar mis libros, que se dañan.-Pero este es mi libro.
-...
"No te quedes callado, no te quedes callado, no te quedes callado" Me quedé callado, era verdad, era su libro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario