Vi que estaba tirando los juguetes contra el piso. Le
dije al Saltimbanqui:
-Cuida tus
juguetes, no puedes estar rompiéndolos. No ves que somos pobres.
-Yo no soy pobre –me dijo con una contundencia pasmosa.
No supe qué contestarle. Me calló la boca.
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