El
Saltimbanqui llegó con deseos de jugar con el gato.
-Papá,
y ¿Colitas?
-Ay
chico, Colitas se enfermó...
-¿Y
dónde está?
-Se
murió.
-¿Se murió? ¿Y se fue al cielo de los gatos?
-Sí,
se fue al cielo de los gatos.
-¿Y
tu abuelita lo va a cuidar?
-Sí,
ella lo va a cuidar.
Y
comenzó a llorar con lágrimas de gota gorda. Hice lo único que podía hacer:
abrazarlo. Al cabo de un ratito, se calmó y siguió como si nada.
-Ven
Papá, vamos a jugar con los carritos.
Los
niños asimilan el concepto de la muerte mejor de lo que uno se imagina.
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