A casa llegó una
gata callejera, blanca con manchas negras, un rabo peludo y arisca. Llamé al
Saltimbanqui.
-Ven, vamos a darle comida a la gata -Se llama Domi.
-¿Domi?
-Sí.
-Pues vamos a darle comida a la gata Domi.
-No papá, no es gata, es gato.
-No es gato, no ves que no tiene... no
tiene... pipí.
-Pero tiene el rabo largo. Es gato.
-No, no ves que no tiene... no tiene... no
tiene bolitas- se me escapó una risa.
-Pero tiene bigotes blancos y largos.-Es verdad, tiene el bigote blanco y largo.
Y ahí le dimos comida a la gata-gato Domi.
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