miércoles, 15 de agosto de 2012

En un día de playa, otra orilla


     Ya vi como es que el Saltimbanqui socializa. Vio a un niño de ascendencia oriental, (presumo que chino, porque es la comunidad grande que tiene el país) Se acerca, comienza a hablar solo pero mirando al otro chico y luego se pone a mover el carrito para llamar su atención. El otro chico hablaba inglés pero eso no desanimó al mío. Los padres de otro chico, me miraron primero con asombro y luego con gratitud. No podían creer que alguien se les acercara. Y yo, con tal que él se relacione con otras personas, me importa un pito de qué nacionalidad sean. Al cabo de un rato, el otro chico estaba haciendo una muralla (¿china?) de arena y el mío al lado de él. Me dio mucha pena, no por mi Saltimbanqui, sino por el otro, que se notaba a leguas que estaba acostumbrado a jugar solo ya que era muy poco lo que interactuaba con el mío. Tan pronto el otro chico se metió al agua con sus padres, el mío se le fue detrás. Metió su carrito al agua y se le perdió. El papá del nene lo buscó y lo encontró. Yo le di las gracias en inglés y le dije al Saltimbanqui:
     -Dale las gracias.

     -Gracias.
     -De nada -contestó en un español con su acento característico.

     Los padres del chico miraban al Saltimbanqui y se les notaba que de verdad agradecían con sus sonrisas que mi chico jugara con el de ellos. Yo no sé de donde el chico sacó ese carisma, yo era muy tímido. Yo no me atreví a hablar con ellos, ni ellos a hablar conmigo, uno de adulto se le hace más difícil romper ciertas costumbres, a los niños se le hace muy sencillo. Al final, cuando se marcharon, el papá se despidió. Agradecí el gesto. Me hizo el día.

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