jueves, 24 de noviembre de 2011

La falacia del carnicero

"Los hombres no lloran, las que lloran son las mujeres." Sin embargo, él sí lloraba, a escondidas pero lloraba... y mucho. Era la burla de los nenes y de las nenas. Todos sabían que no era igual y por eso empezó a sentirse diferente.
"Los nenes no juegan con muñecas, las que juegan con muñecas son las nenas." A él sí que le encantaba vestir vestir y peinar a esas muñecas flacas y rubias. Entonces, debía ser nena.
"Los nenes con los nenes y las nenas con las nenas." Pero a él los nenes no lo aceptaban, por eso se pasaba con las nenas. Le gustaban las cosas de niñas. Cuando los nenes crecieron y empezaron a pasarse con las nenas, ya él no se pasaba con nadie.
"El pipí se mete en las totitas, por eso tienes que ser como papá todo un macho." Pero creció y no le gustaron ni las totitas ni las tetas; él en lo que se fijaba era en eso que tanto se moldea.
"El mundo siempre ha condenado la homsexualidad. Por eso Dios mandó fuego sobre las ciudades de Sodoma y Gomorra. Sodoma es igual a sodomía, Gomorra es igual a gonorrea. Dios así lo quiso y hacer lo contrario es desafiar las leyes divinas." Así le decían los catequistas antes de confirmarse. En él, todo era confusión. Dios quería a los varones, hombres y a las damas, mujeres. Acariciaba la idea de que si Dios quiere, podría cambiarme. Los monjes en la Edad Media, entre la oración y el flagelo, evitaban el pecado de la carne.
Y fue seminarista. Parecía que Dios lo ayudaba, hasta que conoció a otro como él. Un día oraban, se miraron y el silencio los unió sus respectivas soledades. En la confesión:
-Ese amor no proviene de lo alto. Atenta contra el Altísimo.
-¿Y qué quiere haga? ¿Qué niegue todo lo que siento?
-Debes alejarte un tiempo a meditar, el rey de la tinieblas estará muy de acuerdo con tus pensamientos.
Y se fue a meditar. Pero el amor no cesó. A la cama se fue con el otro. El rector los encontró juntos. "Copulación", la llamó.
-Si no cambian esa manera de amar, van a arder en los hornos del infierno." Y él abandonó el seminario, el otro se hizo cura.
Miles fueron las personas que en su vida se burlaron de él. Muchas más las que lo condenaron. Todas esas personas no podían estar equivocadas.
Y la falacia le pareció lógica y la lógica se transformó en verdad. "El pecado está en la carne." Y se hizo carnicero. Ahora arremete contra los que van en contra de la naturaleza. Protesta... persigue... pisotea. Pero él no escapa de su silencio.